MARTES 23 ABRIL, 2024

El Rayados del Turco

15 - abril - 2019

Si algo ha ganado Rayados en los últimos partidos es fertilidad ofensiva. Los 10 goles a Kansas en la serie de la Concacaf y los cuatro a Santos ofrecen un diagnóstico alentador. Nunca será casualidad semejante racha.

En el medio, hubo otra paliza: la lluvia de goles que Rayados recibió en Toluca (5-1), que tampoco ha sido casualidad dentro de un contexto de equipo que, en lo general, todavía no alcanza a ser homogéneo.

Si Santos hubiera sido efectivo, quizás el partido del domingo ofrecía otro destino. No se sabe. Hoy Rayados compensa adelante las urgencias que tiene atrás. Y frente a los laguneros tuvo muchas.

Tampoco han sido casuales los partidos que se le escaparon frente a delanteras más finas y oportunas (Tigres, Cruz Azul y otras), otro síntoma de que el equipo de Alonso aún conserva problemas en la recuperación y en la defensa sin pelota del rival.

La vulnerabilidad de Rayados no es un dato menor, pero quizás pase desapercibido por esa luminosidad que dan los goles del otro lado. Algo como ocurría en la época de Mohamed: el equipo tiene que hacer muchos goles para evitar que se los hagan o le saquen resultados de la mano.

Pero sería un error suprimir del análisis la evolución que se observa en el ataque de Rayados, más allá de la contundencia. Hubo un cambio notorio desde que Alonso decidió descontinuar una sociedad que no daba resultados: la de Pizarro-Meza.

Quizás el aprovechamiento que le dio Martino a Pizarro en el Tri ubicándolo suelto, sin responsabilidad de marca y más emparentado con un futbol rápido y vertical, fue muy bueno para la lectura que luego le dio Alonso al volante.

Pizarro hoy es otro. Sin Meza para dividirse ese rol de estratega, Pizarro es el eje de un ataque balanceado por el ímpetu de tres jugadores cuyos movimientos han entrado otra vez en una educada sincronización.

Pabón, Avilés y Funes Mori, como en la era Mohamed, han vuelto a levantar a los aficionados de sus asientos. Se han alineado en ese juego directo, de toques en velocidad y oportunismo. Ha regresado un tándem ofensivo cargado de bravura, cimentado por el nivel que ha tomado Pizarro.

Corregido este asunto, en el entendido de que Alonso encontró esa conexión, Rayados aún debe trabajar otros aspectos vinculados a la distancia que existe entre defender y atacar. Distancia conceptual, pero también de operación.

Por momentos, el equipo se hace muy largo porque defiende muy atrás y también, como pasaba en el cuadro de Mohamed, el mediocampo tiene muchas dificultades para contener y resuelve menos. Rayados no procesa las jugadas, más bien, se brinca una línea: directamente ataca.

Solito, el equipo se fue acomodando al estilo que mejor y más resultados le dio con la mayoría de estos jugadores, principalmente en ataque. Mérito de Alonso sería, en todo caso, lograr que del medio hacia atrás su cuadro sea menos poroso. Lo demás, ya se ha visto.

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