Martes 21 de mayo de 2019
Al final se quedaron los que mejor supieron manejar sus miedos y llegan para disputar el título de la Liga MX dejando en el camino a Rayados y Águilas.
Para el gusto de los exquisitos que le van a los albiazules, los Tigres jugaron pésimo, jugaron basura. Atrincherados en su área y pateando a la tribuna todo lo que caía ahí. De hecho, se vieron más exigentes criticándolos en redes que con sus Rayados, impotentes, imprecisos, fallones.
Pues jugando así de mal, así de feo, echaron al cuadro rayado y mandaron a sus fans a ver la Final por la televisión, ruminado su coraje, mientras sus jugadores felices en la playa, con un coco con ginebra, lentes negros, bronceado con aroma de coco, disfrutando el sol y los centenares de miles de pesos que les pagan por hacer enojar a sus fans que compran las camisetas en $2,200 pesos, --el sueldo de una semana-- los boletos para verlos en el estadio más caro del país con la peor cancha de la Liga.
Para los fans de Tigres es otra óptica. Ellos los vieron partiéndose el alma, poniendo el corazón en cada acometida del rival y haciendo un gol y defendiéndolo con todo para derrotar al rival e ir a la Final.
Decir que Tigres jugó feo sería una perogrullada. Difícilmente juegan bonito. Por años el equipo de Tuca ha jugado así, aburriendo al rival y a la grada con 1,000 toques, donde sólo falta que el aguador también participe antes de llegar al arco.
Por momentos, cuando Gignac comenzó a hacer goles de todos tipos, se maquillaba ese futbol que tanto gusta a su cuerpo técnico. A la gente no, pero tampoco es algo que les importe a los dueños del club.
Con Gignac en plenitud y generadores de futbol como Zelarayán, Aquino, Edu Vargas o artilleros como los Quiñones y Valencia, se presagiaba que sería una máquina demoledora. Y no. Tampoco.
Tienen una defensa rocosa y sólo eso. Gignac está en un 45 por ciento de su capacidad y se nota porque todo el volumen de ofensiva baja, sobre todo si un Quiñones está yonqueado, Gignac a medias y todos los demás, también. No hay quien haga un tiro libre decente, quien tire de media distancia con cierto peligro, quién desborde y centre como debe ser. Olvídate de que jueguen bien... ¡quién corra!... Ahí todo mundo trota. Bueno Jürgen corre, pero no sabe jugar, ni pegarle bien a la pelota.
De hecho, Damm es como Castillo en América, cuando ellos están en la cancha, su equipo juega con 10.
Como sea, Tigres se instaló en la Final y León, dando el peor partido de la temporada, pasó también.
No pudieron defenderse con la pelota en sus respectivos encuentros y tuvieron que hacerlo sin ella, reventando sin rubor alguno, todo lo que les cayera en el área a zapatazo limpio a la tribuna.
Primero verse mal, que muertos... pensaban.
Al final del día unos se irán de vacaciones y los otros seguirán buscando el título y nadie se acordará de lo feo o mal que jugaron.
Los Rayados y las Águilas se vieron desesperados, queriendo abrir una caja fuerte a mordidas.
Pese a los errores flagrantes de los silbantes de ambos juegos, al final no pudieron meter su cuchara para que ganaran los favorecidos con sus fallas, y León y Tigres juegan una Final no vista antes.
Alguna vez, por allá en 1975, jugaron una Final ante Toluca, aquel Toluca de Ricardo de León que jugaba espantoso y ganaron los Diablos Rojos con un autogol del "Cuirio" Héctor Santoyo, que hacía pareja con Osvaldo Batocletti en la zaga. Santoyo saltó con Estupiñán y le pegó la pelota en la nuca y venció al arquero, que creo era Hugo Pineda, padre.
Horroroso ese partido. Ojalá esta vez sea diferente, aunque es difícil.
Diferente, en cuanto a que jueguen mejor que en sus Semifinales, pero no hay un indicio que garantice que vaya a haber buen futbol en esta Final.
Igual y nos sorprenden...