JUEVES 18 ABRIL, 2024

La culpa es de Alonso

Lunes 29 de julio de 2019

El técnico Diego Alonso tiene serios inconvenientes para administrar la abundancia y, antes de achacarle las derrotas a sus jugadores, tendría que hacerse cargo de lo que le corresponde: sus malas decisiones también contribuyen a la debacle.

Rayados perdió jugando muy feo en San Luis y las excusas o justificaciones salomónicas, a estas alturas, son apenas accesorios en el relato del entrenador. Nadie le puede creer a Alonso todo lo que dice cuando todo se ve.

Si Alonso está convencido de que Maxi Meza puede ser contención, cualquiera que conozca la carrera del volante argentino lo tomará como un insulto al futbol.

Estos inventos de querer acomodar a jugadores con calzador en posiciones no habituales y sólo por el peso de su apellido, le hacen daño al equipo. Alonso nunca advirtió semejante contradicción. Prefirió, en todo caso, quitar a Celso Ortiz y conservar a Meza en la intrascendencia.

Alonso le está haciendo daño a Meza y no se da cuenta. El volante no encaja ahí y punto. Necesita que le liberen las alas, no que se las recorten.

No siente un puesto que maneja mucho mejor Charly Rodríguez. Lo demostró el canterano cuando entró, tocando hacia adelante y buscando opciones de tiro desde media distancia.

Meza hizo todo lo contrario. Por el temor de quedar expuesto en el medio, sólo jugó al toquecito seguro hacia atrás o hacia un costado. Nunca dio un pase al vacío, nunca se asoció, no marcó (porque no tiene marca) y mucho menos tuvo explosión para encarar. Contenido, no existió.

Este ejemplo sirve para entender por qué Rayados no juega absolutamente a nada. Si el técnico tiene una idea chueca, por consecuencia directa, el equipo también, y lo orilla a cometer esas distracciones que el DT le adjudica a sus dirigidos.

El cambio Montes por Pabón, perdiendo 1-0 y cuando Rayados debía sacudir la modorra ofensiva, tampoco tuvo lógica. Abrió la cancha a lo ancho con una línea de 5 y le restó más profundidad de la que por sí ya no tenía. Zaldívar por Gallardo completó el combo de desaciertos.

La abundancia, definitivamente, marea a Alonso, quien hace todos los méritos para quitarle protagonismo a un equipo al que ve como candidato en el papel, pero que él mismo lo marchita en la cancha con decisiones absurdas.

Alonso no sabe lo que quiere y Rayados no sabe a lo que juega. No es un equipo, sino un grupo de jugadores sueltos librados a la suerte y a la espera de lo que pueden dar.

Ni el efecto distractor de Janssen sustituye la malaria en este comienzo de torneo. El holandés ni idea tiene de qué va a jugar porque tampoco Alonso, entre tanto mejunje, sabe dónde ponerlo.

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