Miércoles 28 de agosto de 2019
Ricardo Ferretti hace y deshace en Tigres. La estructura deportiva funciona como él quiere. En junio cumplió nueve años en el club de manera ininterrumpida, un recorrido demasiado extenso en el que ha creado suficientes anticuerpos que lo exoneran de todo.
No hay ningún otro técnico en México al que se le toleren tantas ocurrencias y desaires. Usa a los medios para decir lo que se le antoja porque ya se ha acostumbrado -y porque se lo han permitido- a manejar las conferencias de prensa.
Ferretti responde lo que se le viene en gana, con chistes que le festejan y muchas veces con ironía. Se ríe y manipula. Evade cuestionamientos -cuando los hay- y siempre generaliza. Nunca habla de tácticas o de razones futbolísticas ricas en contenido.
Cree que está en un universo muy lejano del conocimiento reporteril y no gasta el tiempo dando explicaciones a gente que "no sabe". Se aprovecha del contexto. Está seguro que se irá de Tigres cuando él quiera y no cuando la afición o la prensa lo digan.
También es consciente que nadie presiona. Nunca ha tenido presión alguna. Probablemente le pidan más fotos que a cualquiera más allá del resultado. Su vida en Tigres es fantástica, plena, plagada de comodidades. Se siente como un tiburón en un océano, rodeado de abundancia y sin saber qué hacer con ella.
Su palabra es autorizada y respetada. Nadie desafía su humor porque tiene poder. Nada se hace sin su consentimiento.
Elige a los jugadores y, gracias a que nada en un club que económicamente le puede cumplir todo y más, elige a lo mejor que puede traer. Tiene la fortuna de poder armar un plantel de futbolistas probados. No batalla. Lo que quiere, se lo traen. No forma; compra… y bien.
También le ha dado muy buenos resultados al club. Muchos títulos que se traducen en dinero y, obviamente, en mayor poder. Tiene una idea madre en lo futbolístico y no se sale del molde.
Criticado por cómo hace a jugar a Tigres, ahí la lleva y casi siempre pone al equipo en la Final. Cada campeonato lo eterniza más en el puesto. La continuidad le extiende créditos en blanco.
Cierra entrenamientos y dicta el rumbo en las ruedas de prensa. Que primero pregunten las mujeres, suele decir, siempre y cuando al DT se le ocurra eso ese día.
No como después del juego ante Atlas, donde un desplante innecesario dejó a las reporteras con ganas de preguntar. Ahí no aplicó la cortesía. Otra falta de respeto al gremio de prensa, el mismo que muchas veces es sumiso a los arranques de Ferretti y es cómplice de esa evolutiva inmunidad.