VIERNES 19 ABRIL, 2024

La fantasía de Rayados

Lunes 07 de octubre de 2019

La actual quizás seas una de las crisis más mediáticas, pero también la más cruda que refleja el hartazgo de una masa de aficionados de Rayados, a quien el propio club adoctrinó y la mantuvo bajo la suela por años vendiéndole lujos, costosas contrataciones y una proyección futbolística a futuro que todavía no existe.

Probablemente ese futuro sea hoy y los directivos no se estén dando cuenta de lo mal planificado que estuvo toda esta historia en los últimos siete años.

Porque al dorso de esa fantasía de querer ser lo que no es, hay una realidad sumida en la desesperación que desnuda esa poca planeación para cumplir los deseos de mercadotecnia que no son -ni nunca serán- compatibles con el futbol.

Traer jugadores a lo bruto para encantar a la afición o técnicos de cartel para contentar a todos, manifiesta esa necesidad de aparentar sin sustentar.

Futbolistas que se han ido insertando en un plantel sin tener la certeza si iban a tener cabida o no dentro de un equipo cuyas demandas pasan por cómo jugar y no tanto los nombres que tienen para hacerlo funcionar.

Porque recordemos que el tener tantas estrellas nunca se traducirá necesariamente en un equipo luminoso, sobre todo si no hay un patrón de juego que defina los perfiles técnicos a utilizar. En Rayados se compran “figuras” con un solo propósito: para figurar.

Y, dentro de ese contexto, orillaron a la gente a elevar cada vez más el gusto por lo caro y fino. El aficionado siempre espera "bombas", productos de enorme valor mediático y desestima lo que no sirve para presumir.

La exigencia en Rayados no está en el nivel de juego, ni en la utilidad del futbolista, sino en el apellido de quienes juegan. El jugador "ilustre", equivocadamente, genera más convencimiento que cualquiera del montón, aunque luego pase a la escala de "petardo".

Después, cuando toda esa bola de aire y humo se desinfla, quedan expuestas las miserias, minimizadas en su momento porque la luminosidad de las contrataciones -aunque muchas vacías de contenido- ciega a todos.

Y es aquí cuando al no darse los resultados, el derrumbe es más doloroso y todos se desconocen. Al final del día, en Rayados, todos son cómplices en las buenas y enemigos en la oscuridad.

Puede ocurrir exactamente lo mismo con el técnico que venga. Debe tener “nombre” y si lo tiene, todos estarán de acuerdo. “Debe ser un técnico para Rayados”, dicen. El detalle es que aún no se sabe qué es Rayados como equipo para atinarle al técnico -y a los jugadores- que necesita.

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