JUEVES 18 ABRIL, 2024

Estaba loco 

Lunes 18 de noviembre de 2019

En 2002 se le ocurrió a un empresario tapatío, sin experiencia alguna en el futbol, comprar un equipo de la Liga MX. El entonces más ganador, un equipo grande y que tenía como tradición jugar únicamente con elementos mexicanos. Jorge Vergara Madrigal adquirió los certificados de 143 de los 196 socios del Club Guadalajara para después adueñarse de él y convertirlo en una sociedad anónima. 

El legado de Jorge Vergara va más allá de lo cuantificable en las vitrinas de Chivas a lo largo de 17 años: dos títulos de Liga, dos de Copa, una Súper Copa, una Concacaf, y una final de Libertadores. Era un atrevido, un adelantado a su época, un visionario

Todos estos calificativos han retumbando en mis oídos en las últimas horas: así se han expresado ex futbolistas, técnicos que trabajaron para Chivas, dirigentes, gente que colaboró con él y hasta personas de fútbol que nunca lo trataron, pero que fueron permeadas de sus ideas y sus formas. 

A principios de siglo, ya bajo la razón social Chivas de Corazón, Jorge Vergara le dio un giro a las rutinas arraigadas en los clubes mexicanos. Tenía la idea de que, si una persona normal trabaja 8 horas al día, ¿Por qué un futbolista no podía hacerlo también? Así que implementó más actividades para los jugadores que no solo se limitarán a los entrenamientos: clases de yoga, nutrición y mediciones constantes de acuerdo a la posición de cada jugador, desarrollo humano, psicología grupal e individual y estudios. 

Esas imposiciones no fueron bien recibidas por todos. La prensa lo criticó, los jugadores no fueron receptivos a aquellas raras implementaciones, e incluso, colaboradores de aquel momento en el club renunciaron al no admitir ese choque con lo habitual. 

Pese a las protestas por tantos cambios y por dejar atrás la tradición, advirtió con hacer el mejor estadio del país y sacar a las Chivas del Estadio Jalisco. Lo hizo. Un inmueble de primer mundo a las afueras de la ciudad, moderno, cómodo, con la peculiaridad de que el aficionado ya tendría un lugar asignado el cual se debía respetar. 

Fue el primer dueño que puso su avión privado para volar a sus jugadores cuando la situación o la competencia lo ameritaba, y también les pedía que se quitaran los zapatos al abordarlo porque la alfombra era carísima. Llegaba en helicóptero a Verde Valle y siempre cargaba con una botella de sus productos multinivel.  

Más rarezas: no dar bonos por triunfos o logros específicos, pero sí buenos sueldos siempre a todos los jugadores. A los canteranos que debutaban y empezaban a ser constantes en Primera, les ofrecía un proyecto de vida: firmaban un contrato por tres años, les compraba carro y casa; si permanecían y se consolidaban en el club al cabo de esos años, les entregaba las escrituras de esa casa. 

También cometió la excentricidad de traer a Johan Cruyff como asesor del club, contó también con los servicios de Hans Westerhof, Dennis te Kloese, Albert Benaiges, John Van’t Schip, todo ello en su afán por internacionalizar al Guadalajara. Apuestas costosas, lujosas y, en el caso de Cruyff, fallida. 

Defectos y virtudes. Poca paciencia en los procesos, malos asesores, confiar de más en gente incorrecta y también malos amores, fueron parte de los errores de Jorge Vergara, ¿Y quién no comete errores? 

Dar “las mejores vueltas olímpicas” y “hacer las mejores guasanas” quedarán como promesas pendientes. Estaba loco, sí, un chiflado adelantado a su época. 

Gracias por tanto, Jorge Vergara. 

Twitter: @_NataliaLeon_

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