Lunes 13 de enero de 2020
¿Realmente se podía esperar otra cosa de Tigres en el debut? Definitivamente, no. Hace rato que este equipo no sorprende y si el mismo entrenador insiste siempre con lo mismo y con los mismos jugadores, lo más probable es que todo se cicle y termine en el mismo bodrio.
Tigres juega muy feo y no interesa que haya sido la Jornada 1. No es cuestión de calendario, partidos o rivales, sino algo más propio, vinculado a una larguísima temporada que lleva, cuando menos, cinco años con Ferretti donde todo se ha estancado y envejecido.
Una continuidad que no tiene fronteras entre un torneo y otro. Todo sigue igual, nada cambia, ni siquiera hay estímulos para probar con otros futbolistas.
La idea está inalterable, sí, pero de lo que no se da cuenta Ferretti es que sus ejecutores no son eternos y que por más que haya un plan, el alcance hoy no supone que sea el mismo que hace unos años atrás.
Porque Ayala, Aquino, Dueñas, Carioca, Pizarro, Vargas y hasta Gignac, por citar algunos históricos, pueden seguir conservando su nombre propio, pero quien sabe que tan comprometidos estarán hoy con un sistema que ya los ha desgastado. Hacer siempre lo mismo, secuestra la motivación. Aburre.
Y Tigres es un equipo aburrido, sin gusto y apático. Por ahí atropella y por ahí mete un gol. Puede que aún tenga esa capacidad para resolver algo con una jugada surgida de la nada mismo, de ese escenario gris donde suele estar refugiado en los partidos. Pero son destellos que apenas vende a la tribuna. Lo demás es vacío.
El problema es que Tigres no da señales de evolución. Manosea el balón y patea hacia adelante para que alguien se haga cargo. Y puede que alguien lo haga. Sin embargo, son cada vez menos los jugadores que están en un nivel superlativo, veloces y con chispa y, sin recambio, Ferretti esclaviza a un equipo que ha perdido esa condición de responder desde lo individual para fortalecer lo colectivo.
Tigres es un dolor de cabeza. Llegó el Diente López y su debut fue un sálvese quien pueda. Nunca le dieron un balón a modo y nunca le hicieron sentir que formaba parte del equipo, sino que él fue quien intentó colarse en la trama de las jugadas.
Y Ferretti ya dio muestras de lo que va a hacer durante todo el torneo: cambiar al uruguayo por Luis Quiñones. Así como Valencia por Vargas. Modificaciones de cajón, previsibles y, a veces, innecesarias.
Tigres ha apostado a la continuidad desde el 2010, pero los procesos deben, mínimo, renovarse sobre la misma base cuando comienzan a perder efectividad. Sin embargo, Ferretti desafía al tiempo, y a la edad y al desgaste de sus jugadores. Quiere que todo fluya como antes sin que fluyan nuevas ideas.
Twitter: @Mario_Sanchez1