Lunes 20 de enero de 2020
Ferretti parece estar decidido a cambiar algo, según lo externó después del feísimo partido de Tigres en el Azteca. La derrota ante América no fue quizás en sí un problema, sino quienes la provocaron, es decir, los que juegan, los que ejecutan el modelo.
La amenaza de Ferretti tuvo muchos destinatarios y quizás aquí tenga mucha razón. El pobre nivel individual trastoca todos los nervios combinativos del equipo que ya le ha secuestrado ese gol que, muchas veces, estaba atado a esa inspiración de talento de sus atacantes. Hoy, sin ese hándicap, las miserias se multiplican.
Tantas veces que el entrenador se negó a ventilar cuestiones íntimas de vestidor para arreglar asuntos, esta vez fue en la dirección contraria y les clavó un mensaje mediático a sus dirigidos en señal de advertencia: “si tenemos la necesidad de cambiar jugadores, yo no tengo ningún problema”, dijo.
Pero la pregunta es igual de comprometedora. ¿Ferretti debe cambiar jugadores o el que debe cambiar es él?
Una cosa sin la otra es poco probable que haya efectividad en el tratamiento de la enfermedad. El inconveniente se lo creó el mismo Ferretti, quien hoy es presa de su propia jerarquización.
El técnico se ha resistido, históricamente, a buscar variantes y ahora cuando llegan estos momentos flacos, necesita o quiere echar mano de opciones que quizás no estén tan preparadas para salir al quite.
Tigres, en los últimos torneos, se ha esclavizado a un modelo que con el tiempo ha envejecido y ha perdido hasta la memoria, además del taming y otros detalles.
El plantel no se ha renovado ni Ferretti ha prevenido la debacle incorporando no sólo nuevos conceptos, sino futbolistas más jóvenes para esa transición obligada en cada una de las líneas.
No hay recambio para una defensa inerte, por ejemplo. Torres Nilo tuvo que ser el primer auxilio ante el América cuando se lesionó Carioca. Y Dueñas, la primera opción para ocupar el puesto del brasileño porque la automatización así lo indicaba.
Ayala, Reyes, Salcedo o quien juegue en la central no tienen a nadie que le haga sombra atrás. Tampoco Pizarro y Carioca. Si todos estos fallan, Ferretti arma un cambalache y siempre con los mismos nombres usados.
¿Quién le compite a Gignac? Nadie. Si el francés está mal, su posición queda ausente. Detrás de él, Ferretti lleva muchos torneos sin definir quién es el bueno porque ni Vargas ni Valencia lo son. Incluso, provocó la huida de Zelarayán.
Las bandas también flaquean. A Aquino se le fue explosión y el Diente López llegó en un momento equivocado a Tigres: cuando la pelota ya no tiene precisión ni socios para armar algo decente.
La esperanza está depositada en los centros que puedan mandar los Quiñones en un futuro. Entonces, hablar de cambios endulza los oídos, pero el problema es saber con qué Ferretti va a cambiar cuando por años no se ha preparado para un escenario como el actual. Ni él ni su equipo.
Twitter: @Mario_Sanchez1