SÁBADO 20 ABRIL, 2024

Liga MX: un cochinero

Lunes 01 de junio de 2020

La Liga MX es la única Liga en el mundo que tiene la capacidad de crear, ascender, eliminar o hacer desaparecer equipos de la nada. En ningún otro futbol existe semejante atropello a la pasión deportiva.

Es más, ese mismo acto perverso y mágico también alcanza para desmembrar categorías e inventar otras como si el futbol mexicano se tratara de una auténtica juguetería para complacer a empresarios juguetones.

En realidad, la Liga MX es un hobby para algunos tipos que han decidido meterle dinero al futbol para saciar su negocio, pero como no tienen amor por los colores, prostituyen el producto y lo venden al mejor postor.

O sea, mueven sus fichas de acuerdo a los balances financieros, o cuando se aburren de un nombre o de un lugar, exploran otros horizontes para llevarle el futbol a algún gobierno necesitado de fervor popular.

Al Morelia y a sus aficionados lo van a traicionar bien feo si finalmente se concreta lo que ya se da por hecho: cerrar esa plaza y abrir una en Mazatlán. Sí, 70 años de historia de un club arraigado a una ciudad, con costumbres y tradiciones bien marcadas, serán tragados por la tiranía del billete que domina al futbol mexicano.

Un futbol que ya se ha acostumbrado a jugar con el sentimiento de los aficionados, a quienes les endulzan los oídos cuando los necesitan y les dan un patadón en el trasero cuando ya una plaza no es del interés de algún empresario desalmado.

En años recientes, ocurrió cuando Jaguares pasó a Querétaro, cuando el San Luis se convirtió en Chiapas Jaguar, o cuando el recién ascendido La Piedad fue llevado a Veracruz. O cuando Lobos BUAP se convirtió en FC Juárez.

Pero hay mucho cochinero más. La lista de enjuagues es demasiado grande, del mismo tamaño que el agravio a esos hinchas a los que de un día para el otro les robaron la ilusión y los dejaron sin equipo.

El futbol mexicano es único en su tipo. Es el futbol de las multipropiedades, del que abusa de la dignidad laboral de muchos jugadores y del que ya no tiene una categoría de ascenso por ese pensamiento fundamentalista de unos cuantos.

Es el futbol de la sinrazón y las injusticias, del que sobrevalora la competencia para hacer millonarios a los jugadores foráneos y ningunear a los propios. Del que paga por traer calidad y no le da oportunidades a los suyos.

Al final de cuentas, es el futbol donde el mérito deportivo y la historia son apenas accesorios relativos dentro de las garras del leonino negocio.

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