VIERNES 19 ABRIL, 2024

Balones parados, un problema

Domingo 17 de enero de 2021

Los balones parados es un tema complejo porque se ocupa entrenarlo mucho y requiere un constante perfeccionamiento. ¿Cuántos partidos no se ganan por medio de este recurso? También se necesita analizar bien cómo se comporta nuestro equipo y el rival ante esta situación.

Comenzamos con el balón parado ofensivo que es un momento estático del juego donde el equipo procura poner en práctica sus combinaciones estereotipadas. El objetivo es desequilibrar el método defensivo rival y, al mismo tiempo, evitar que el rival tenga posibilidades de desarrollar una transición ofensiva.

Aquí nos referimos a todas las situaciones como los saques de esquina, tiro libre lateral, tiro libre directo, saque de banda, penalti y saque de meta en largo.

Lo primero que importa es registrar al ejecutante, su pegada, si el balón sale abierto o cerrado, igual que la dirección del balón (primer palo, primera oleada, punto penal, segundo palo, fuera del área…).

Luego pasamos a observar a los jugadores más fuertes para atacar las zonas y balón. También si la ejecución es en corto o directa, la cobertura de los futbolistas fuera del área para la segunda jugada y los jugadores en vigilancia ofensiva. Por último, debemos percibir cómo se reacciona ante una rápida transición del rival y los principales espacios y acciones a explotar.

Por su parte, el balón parado defensivo demanda otro análisis. Aquí hay que ver cómo defendemos o se defiende el rival ya sea en zona, individual o mixto. Hay que evitar que el rival, por ejemplo, provoque desequilibrios por esta vía y, además, tenemos que tener bien claras las referencias y la distribución de los jugadores para recuperar el balón con vista a desarrollar una transición ofensiva.

Si el rival opta por una solución en corto, debemos saber qué jugador/es salen a la marca, cómo se queda la zona del primer palo/primer balón y la cobertura de la entrada al área.

También es indispensable ver cómo se organiza la barrera y cuántos jugadores se dejan en vigilancia ofensiva para salir de contragolpe.

Si nos detenemos en el saque de banda, por ejemplo, hay que observar si sube todo el bloque del equipo hasta la media cancha ofensiva y si se queda o no expuesto ante una solución en largo del rival.

Luego cómo procede el equipo –nuestro y rival- en la transición tras la conquista del segundo balón. Si se sale rápido o se ablanda el ritmo, cuáles los principales jugadores, espacios y acciones, igual que la llegada y apoyo de la segunda oleada.

Paralelamente a este análisis de los balones parados, podemos aprovechar para estudiar a los jugadores a profundidad, sobre todo rivales, con el objetivo de poder anularlos o limitar su radio de acción.

Así, relativamente a la posición que ocupa el jugador en la cancha, se procura observar si su función es híbrida y cuáles son sus acciones privilegiadas. Si actúa de igual manera en ataque y defensa y en todos los momentos del juego, identificando sus puntos más fuertes (para anular) o menos fuertes (para explotar).

Vemos además si el jugador es muy peligroso entre líneas, pero también serán considerados otros aspectos a nivel táctico-estratégico, fisiológico (si viene de una lesión o bajo ritmo), cognitiva y psicológico (si reaccionan con facilidad y frecuentemente a los enfrentamientos y provocaciones). Además, si el técnico rival realiza un cambio, tenemos que detectar cuáles son los más usuales y si mantienen o cambian la estructura.

En definitiva son muchos los elementos que a grandes rasgos se tienen que tener en cuenta en un análisis. Lo importante es no dejar nada al azar, independientemente que luego en el partido acertemos o no con lo entrenado. De última, nuestro mejor consuelo será haberlo intentado.

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