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En su centenario de vida, la estadounidense-griega María Callas es recordada por su influencia no solo en el ámbito de la ópera sino de la cultura pop.

Por Gabriela Ruiz | FOTO: Redes Sociales

Sábado 02 de diciembre de 2023

¿Siente miedo escénico? "¡Claro! Sí, porque ya sabes, mi nombre pesa", dijo María Callas en una entrevista concedida en 1958, antes de una presentación en París, Francia. Una de las voces más destacadas del siglo XX, la recordamos en el centenario de su nacimiento. La Divina dio un giro al bel canto con sus interpretaciones musicales coronadas por un talento dramático inmejorable.

Su nombre pesa en el mundo de la música, conocida por muchos y referencia de otros, es indiscutible su importancia en la historia de las artes y la música.

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Anna María Kaikilía Sofía Kalogeropoúlou nació en Nueva York el 2 de diciembre de 1923 en una familia de emigrantes griegos, su padre George Kalogerópulos cambio su complicado apellido por el de Callas. Al separarse sus padres, ella, su hermana y su madre Evangelía Dimitriadis fueron a vivir a Atenas, Grecia.

Por deseo e imposición de su madre, ingresó en el Conservatorio Nacional de Atenas, donde inició sus estudios de canto de la mano de reputadas artistas como María Trivella o la española Elvira Hidalgo. Su madre, que a toda costa quería que fuera una famosa cantante, le ponía duras exigencias en sus prácticas, así como forzarla a la prostitución para poder sostenerse económicamente, debido a la pobreza que vivían durante la Segunda Guerra Mundial.

La Divina, como paso a la historia, además de ser capaz de abarcar tres octavas y tener una voz especial, acompañaba su talento musical con una exquisita y realista capacidad para la dramaturgia. Su vida amorosa fue tormentosa, en 1949 conoce en Verona a empresario ladrillero G. Battista Meneghini, un avaro industrial treinta años mayor que ella, que se convierte en su mánager y la explotaba laboralmente.

Según escribió en 1958 el crítico musical y periodista italiano Teodore Celli, se fusionaron en ella "el instinto y el temperamento, en un arte interpretativo sin igual". En 1953, el director Franco Zefirelli, que había visto a Callas como Medea en la Scala de Milán, observó: "El mundo de la ópera cambió. Ahora hay algo así como un nuevo conteo del tiempo: antes y después de Cristo, antes y después de Callas".

La infatigable mujer representó 47 papeles en sus menos de 30 años sobre los escenarios, revolucionando el arte de la ópera para siempre.

En 1959, se enamoró del magnate naviero Aristóteles Onassis con quien inicia un amorío lleno de excesos, arriesgando su carrera artística. Se entrega a ese amor incondicionalmente. Él, ambicioso como era; la dejaría en 1968 por Jacqueline Kennedy, viuda del presidente J.F. Kennedy, lo que le provoco un estrés psicológico que terminó enfermando sus cuerdas vocales.

A los 47 años, Callas intentó suicidarse con una sobredosis de barbitúricos. Por aquel tiempo tomaba más somníferos para dormir, y más barbitúricos para encontrar paz. Siete años más tarde, moría en su apartamento de París, el 16 de septiembre de 1977, a los 53 años. La causa, según el informe de defunción, fue una insuficiencia cardíaca. Sus cenizas fueron esparcidas por el Mar Egeo.

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