Martes 17 de junio de 2025

LOS ÁNGELES, EUA (Enviado).- En Italia, los estigmas que sufre el Catenaccio han desvirtuado lo que hoy por hoy es el fútbol italiano. En una guerra de sistemas e ideologías de juego que protagonizan posturas con balón, brilla la utilización de un central capaz de cortar, anticipar y además salir con balón jugado. Eso es Alessandro Bastoni.

Nacido el 13 de abril de 1999 en Casalmaggiore, Italia, se desarrolló rápido en una de las inferiores más poderosas del País de la Bota: la academia de la Atalanta de Bérgamo. Siendo zurdo y con una talla anormal a la del resto de los centrales, Bastoni pulió sus facultades técnicas y tácticas hasta que debutó con la Dea en la Serie A.

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Comprado por el Inter de Milán, fue cedido dos años a la propia escuadra bergamasca, además del Parma, hasta que los nerazzurri lo consideraron listo. Le llamaron y dieron continuidad al mando de nombres como Antonio Conte, Simone Inzaghi y ahora, Cristian Chivu.

Habiendo completado 53 encuentros en el último año futbolístico entre Serie A, Coppa Italia, Supercoppa Italia y UEFA Champions League (donde fue subcampeón), el jugador de 26 años se ha erigido como uno de los principales nombres del Inter, siendo inamovible en la defensa, acompañado por Francesco Acerbi, Stefan de Vrij, Yann Bisseck o Matteo Darmian.