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Toluca remontó 2-1 a Juárez en un duelo vibrante de Cuartos de Final en la frontera.

Por Betsy Hernández | FOTO: Toluca FC

Miércoles 26 de noviembre de 2025

La frontera volvió a vivir una noche de Liguilla con tensión y pulsaciones aceleradas. En el Estadio Olímpico Benito Juárez, Juárez y Toluca entregaron un duelo vibrante que terminó inclinándose 2-1 para los Diablos Rojos. Los visitantes supieron resistir el golpe inicial y encontraron la remontada que los deja con ventaja rumbo a la Vuelta en el Nemesio Diez.

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El partido apenas había empezado cuando el estadio explotó en un rugido ensordecedor. Solo habían pasado tres minutos cuando Jesús Murillo atacó un balón y conectó un cabezazo letal que hizo temblar la red.

El grito de gol retumbó como una liberación colectiva: Juárez no solo ganaba, sino que mandaba. El tanto tempranero encendió al equipo, que jugó con una intensidad feroz.

Pero del otro lado estaba Toluca, actual campeón. Fue un equipo acostumbrado a la presión y la adversidad. Poco a poco comenzó a recuperar la pelota, a moverla de un lado a otro, forzando a Juárez a retroceder y desgastarse.

El partido se volvió una disputa física y ríspida. Los Bravos intentaban aguantar la ventaja a base de arrojo y esfuerzo. Sin embargo, la resistencia no duró para siempre.

Al 56' cayó el golpe que cambió la historia del partido. En un centro ejecutado con precisión, Antonio Briseño se encontró con el esférico a escasos pasos de la portería. Fue el 1-1, y el silencio momentáneo que recorrió la tribuna local fue tan palpable como el respiro de alivio que soltó Toluca.

Ese gol no solo empató el partido: lo reabrió emocionalmente y descolocó por completo a los Bravos.4

Y como suele ocurrir en la Liguilla, cuando un equipo encuentra el golpe anímico correcto, lo aprovecha. Apenas unos minutos después, el goleador del torneo, Paulinho, volvió a demostrar por qué es uno de los hombres más peligrosos del certamen.

En un contragolpe vertiginoso, recibió la pelota en zona de riesgo y definió de primera con frialdad absoluta para clavar el 2-1. La remontada estaba consumada. Toluca, que había empezado cuesta arriba, ahora manejaba el partido con autoridad.

El tramo final fue intenso, desordenado y lleno de urgencias. Juárez intentó buscar un empate que nunca llegó, mientras Toluca apostó por controlar, resistir y no cometer errores.

El silbatazo final dejó dos sensaciones claras: para Juárez, el sabor amargo de perder una ventaja; para Toluca, la satisfacción de sacar una victoria estratégica.

El 2-1 pone a los Diablos Rojos en posición inmejorable, pero la serie está viva. Toluca, por su parte, enseñó oficio, paciencia y la contundencia de su hombre más letal. Por ahora, en la frontera, la noche fue roja.

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