Lunes 01 de diciembre de 2025

Guido Pizarro está de vuelta en una Semifinal. El estratega argentino, que hace apenas unos meses dejó de ser jugador para convertirse en entrenador, ha respondido con creces a la confianza que la directiva depositó en él. 

Tigres vuelve a la antesala de la Final con un técnico que no solo se adaptó rápido al cargo, sino que transformó al equipo desde lo futbolístico y, sobre todo, desde lo mental.

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Su primera experiencia en Semifinales llegó en su torneo debut, cuando llevó a los felinos a medirse ante Toluca. Aquella serie terminó en un 4-1 global que dejó claro que el proyecto apenas estaba naciendo. El empate 1-1 en la Ida mostró carácter; el 3-0 en la Vuelta evidenció que aún había mucho por construir. Pero también dejó una base: Tigres tenía un técnico que sabía competir, leer partidos y sostener al equipo en momentos complicados.

El presente es otro. En su segundo torneo al mando, Pizarro no solo repite Semifinal, también firmó una Fase Regular más sólida: sumó 36 puntos, tres más que los 33 obtenidos en su debut. Ese crecimiento se refleja en la cancha, pero parte de algo más profundo: la estabilidad emocional y la convicción con la que el equipo enfrenta los partidos.

El técnico insistió desde el primer día en competir con intensidad, en no renunciar al ataque y en mantener una identidad clara. Apostó por un futbol ofensivo, de presión alta y posesión ordenada, pero también se tomó el tiempo para experimentar. Probó jóvenes, recuperó a elementos que habían perdido protagonismo, potenció los jugadores de jerarquía y sacó lo mejor de los refuerzos. Entre ellos, Ángel Correa.

La llegada del atacante argentino no fue casualidad. Pizarro influyó directamente en su fichaje. Él mismo lo dijó. Tenían una relación previa, hablaron antes de su incorporación y fue esa confianza mutua —además del buen proyecto de Tigres como institución— lo que terminó convenciendo al campeón del mundo a llegar a Tigres.

Actualmente, el conjunto universitario luce mayormente maduro. Mentalmente fuerte. Con una idea más depurada y una plantilla que entiende lo que quiere su técnico. Pizarro ha logrado que todos compitan por el colectivo, que cada pieza se sienta útil y que el grupo juegue con personalidad en las noches grandes.

Esta nueva Semifinal ante Cruz Azul será un examen distinto. No solo para el equipo, sino para el propio Pizarro, que llega con más herramientas, más experiencia y un proyecto que empieza a dar señales claras de evolución.

Guido Pizarro encarará su segunda Semifinal con la oportunidad de confirmar que su transformación ya trascendió la etapa del intento, y que su proyecto tiene un rumbo.