Liga MX, Bicampeonatos, historial, análisis, formato, torneo, Atlas, América, Toluca

El formato de Liguilla y el desbalance en el poder económico está fomentando que en la Liga MX más equipos logren repetir el título.

Por Betsy Hernández | FOTO: Redes sociales

Domingo 21 de diciembre de 2025

CIUDAD DE MÉXICO, México (Corresponsal).- Durante décadas, el Bicampeonato fue una rareza en el futbol mexicano. Un logro reservado para equipos extraordinarios, capaces de sostener la excelencia a lo largo de años completos. Hoy, en cambio, repetir un título en la Liga MX sigue siendo complicado, pero ya no parece una hazaña imposible. La pregunta surge de manera natural: ¿qué cambió para que aparezcan con mayor frecuencia?

La respuesta no es simple ni única. Es el resultado de una transformación profunda del torneo, de la manera de competir, de invertir y de construir proyectos deportivos.

El primer gran punto de quiebre fue el cambio de formato. Antes de 1996, la Liga MX se disputaba en torneos largos, donde el campeón se definía tras más de 30 jornadas. Ahí no había margen para altibajos prolongados: el título premiaba la constancia de un año completo.

MIRA TAMBIÉN: Consulta toda la información de la Liga MX

PUBLICIDAD NOTAS

Repetir una corona implicaba sostener ese nivel por dos temporadas consecutivas, con el desgaste físico, mental y estructural que eso conlleva. Por eso los Bicampeonatos eran escasos y los Tricampeonatos, casi legendarios.

Con la llegada de los torneos cortos, el escenario cambió radicalmente. Dos campeones por año significan más oportunidades inmediatas de repetir. El tiempo entre un título y otro se redujo de un año a apenas seis meses, y eso, inevitablemente, abrió la puerta a hilar títulos. No porque sea fácil, sino porque el margen temporal es menor y el impulso competitivo puede sostenerse de un semestre a otro.

Además, aunque ya existía antes de los torneos cortos, este cambio se sumó a lo impredecible de la Liguilla, un sistema que premia tanto el rendimiento como el momento. En este contexto, no siempre gana el equipo más regular, sino el que llega mejor preparado —física, táctica y emocionalmente— a las series de eliminación directa.

Cuando un club encuentra esa fórmula y la mantiene durante dos torneos consecutivos, el Bicampeonato deja de ser una anomalía y se convierte en una posibilidad real.

AUMENTÓ LA BRECHA

Pero el formato, por sí solo, no explica todo. La brecha económica entre clubes también juega un papel determinante. En la Liga MX moderna, ciertos equipos cuentan con presupuestos más altos, mejores instalaciones, plantillas más profundas y capacidad para reemplazar piezas clave sin perder competitividad.

Eso permite que, tras ser campeones, no se desmantelen por completo, como ocurría con frecuencia en el pasado. Hoy, los campeones pueden retener a su base, reforzarse con mayor precisión y volver a competir de inmediato.

En ese mismo sentido, la continuidad de proyectos cobra un peso específico. En épocas anteriores, incluso tras ganar un título, los cambios de entrenador o de plantel eran casi automáticos.

Ahora, los equipos que aspiran a repetir suelen apostar por estabilidad: mantener al técnico, conservar una idea de juego y ajustar detalles en lugar de empezar desde cero. Esa continuidad es clave para sostener el rendimiento en torneos tan cortos y exigentes.

Otro factor determinante es la calidad y experiencia de las plantillas. Los bicampeones recientes no solo tuvieron figuras, sino grupos equilibrados, con líderes en cada línea y variantes suficientes para competir en Liguilla, rotar durante la Fase Regular y sobrevivir al desgaste. En un calendario comprimido, la profundidad ya no es un lujo, sino una necesidad.

Paradójicamente, el mismo sistema que busca generar paridad también puede favorecer repeticiones. La Liguilla introduce un componente de incertidumbre, pero cuando un equipo aprende a jugarla —a manejar los tiempos, la presión y los partidos cerrados— adquiere una ventaja competitiva que puede sostenerse torneo tras torneo.

En perspectiva histórica, la diferencia es clara. Antes, el Bicampeonato era una prueba de dominio prolongado y casi estructural. Ahora, es el resultado de una combinación de formato, planificación, inversión y buen manejo de momentos clave. No es que el futbol mexicano tenga menos competencia; es que el sistema permite capitalizar mejor los ciclos exitosos.

Así, estos logros en la Liga MX moderna no son una anomalía ni una casualidad. Son el reflejo de un torneo que cambió su naturaleza y de clubes que aprendieron a adaptarse.

Son pocos, pero siguen siendo especiales, aunque ya no pertenezcan a una era irrepetible. Hoy, el Bicampeonato es posible, siempre y cuando se entienda cómo se juega esta nueva Liga MX.

Boletín ONCE