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América reafirma su dominio vs. Chivas en Liguilla. El Clásico exhibe la racha de las Águilas y las razones por las que anulan las virtudes rojiblancas.

Por Betsy Hernández | FOTO: Mexsport

Martes 18 de noviembre de 2025

En el Apertura 2025, Chivas Femenil volvió a ver la eliminación a manos de su acérrimo rival. En los últimos torneos, América ha ejercido un dominio contundente en los Clásicos decisivos, especialmente en Liguillas, imponiendo su estilo y neutralizando las virtudes rojiblancas. ¿Qué lo llevó a mantener tal superioridad?

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El dominio reciente del América Femenil sobre Chivas no es casualidad: responde a un modelo de juego consolidado, una identidad ofensiva clara y una capacidad constante para golpear en los momentos más determinantes de cada serie. 

Mientras que el cuadro de Coapa construyó un sistema basado en presión alta, ritmo intenso y desequilibrio por las bandas, el Rebaño posee una dependencia excesiva de la inspiración individual de figuras clave como Alicia Cervantes y Carolina Jaramillo. Esa diferencia de estructuras, colectiva contra individualidades, ha marcado el rumbo de los últimos Clásicos. 

Uno de los factores más contundentes del dominio azulcrema es su tridente ofensivo conformado por Scarlett Camberos, Kiana Palacios y Sarah Luebbert. Cuando las tres están disponibles, América despliega un ataque prácticamente indetenible para Chivas: velocidad, desmarques constantes, movilidad entre líneas y una agresividad que desarma cualquier intento rojiblanco por mantener líneas compactas.

En series anteriores, este tridente ha sido el desequilibrio absoluto, obligando a la defensa tapatía a multiplicar esfuerzos y desordenarse, algo que Chivas no suele manejar bien cuando le rompen su estructura inicial.

Las rojiblancas, en cambio, dependen en gran medida de la productividad de Alicia Cervantes. Su modelo ofensivo se construye para que la goleadora llegue con ventaja al área, aprovechando transiciones rápidas y espacios a la espalda de las defensas. 

Sin embargo, América suele neutralizar esa fórmula con duelos físicos, presión inmediata sobre la primera paseadora y coberturas que buscan aislar a Cervantes de su principal socia, Jaramillo. Cada vez que logran desconectar ese circuito, Chivas pierde profundidad, ritmo y claridad, obligándose a un futbol más predecible, algo que favorece a las azulcremas.

Otro punto clave es que América impone un ritmo de partido que las tapatías no dominan. Mientras el Guadalajara apuesta por orden, control territorial y golpes quirúrgicos, las Águilas convierten los partidos en escenarios de vértigo donde la recuperación tras pérdida, los cambios de ritmo y el juego vertical se vuelven la norma.

A Chivas lo debilita estos contextos porque su fortaleza está en el acomodo defensivo y el juego posicional; cuando América las hace correr hacia atrás, la estructura rojiblanca se tensiona. Y aunque tiene buenos nombres en defensa, sufre cuando enfrenta ataques con múltiples referencias ofensivas y movimientos simultáneos.

Finalmente, pese a que América también carga con debilidades, como las múltiples bajas por lesión, ha logrado compensarlas con juego colectivo, la recuperación de piezas clave como Nicolette Hernández y Karina Rodríguez, así como un funcionamiento ofensivo que obliga al rival a preocuparse más por defender que por atacar. 

Hasta ahora, esa ecuación ha favorecido a un América que entiende perfectamente cómo romper el plan rojiblanco y cómo potenciar sus virtudes en los momentos donde se define la historia.

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