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Tigres llegó con una idea clara a las Semifinales de Ida y fue superior a Cruz Azul, que reaccionó más por impulso que por juego.

Por Betsy Hernández | FOTO: Mexsport

Jueves 04 de diciembre de 2025

El empate 1-1 en el Estadio Olímpico Universitario dejó una lectura táctica que pesa más que el propio marcador: Tigres llegó con una idea y la ejecutó, mientras que Cruz Azul reaccionó por impulso, no por control. Y en una Semifinal, los partidos que se entienden desde la pizarra suelen quedar del lado de quien piensa más y mejor.

Desde el arranque, el equipo regiomontano mostró un orden innegociable: bloque medio compacto, líneas juntas, nada de regalos por dentro. Cada intento celeste de progresar con pelota controlada terminaba empujado hacia bandas, donde la marca era favorable para los felinos. 

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La apuesta de Guido Pizarro fue clara: cerrar el tránsito interior y obligar a la Máquina a equivocarse. Y cuando Cruz Azul aceleró el ritmo, Tigres lo agradeció. Porque su plan no era atacar mucho, sino atacar bien.

En contraste, el planteamiento de Nicolás Larcamón se sostuvo más en la energía que en la estructura. Cruz Azul quiso presionar arriba, adelantar líneas y convertir el encuentro en un ida y vuelta constante.

Logró empuje, sí, pero sin claridad para castigar. La ansiedad por recuperar el balón y forzar ataques dejó espacios a la espalda del mediocampo que Tigres detectó inmediatamente. 

Fue cuestión de tiempo para que ese vértigo se convirtiera en arma de doble filo y así llegó el gol de Ángel Correa: recuperación, verticalidad y un disparo de primera para castigar un sistema desprotegido.

A partir de ahí, la lectura fue todavía más evidente. Tigres se sintió cómodo defendiendo y Cruz Azul se vio obligado a remar contracorriente

El penal que Gabriel Fernández convirtió fue más un salvavidas emocional que resultado de un ataque bien construido. Si algo sostuvo a la Máquina en su intento de reacción fue la actuación de Andrés Gudiño, que tapó lo justo para evitar otro golpe.

Del otro lado, Nahuel Guzmán volvió a ser protagonista desde el carácter y los reflejos, alimentándose incluso de los gritos e insultos que cayeron desde la tribuna local.

Lo que quedó sobre la cancha no fue un duelo parejo en planes, sino un partido donde la idea de Tigres controló el ritmo, aun cuando Cruz Azul tuvo lapsos de mayor presencia ofensiva. 

Los de Larcamón corrieron y apretaron, pero no encontraron una forma organizada de someter al rival; en cambio, los felinos fueron selectivos y peligrosos cada vez que pisaron campo contrario.

La serie se traslada ahora al Uni, territorio donde Tigres suele convertir cualquier ventaja mínima en imposición total. Y con lo mostrado en la Ida, llegan con plena autoridad: el empate fue suyo desde la estrategia, no desde el sufrimiento. Cruz Azul necesitará más que empuje para competir en Monterrey. Necesitará futbol. Porque este primer capítulo ya demostró que la Semifinal está pensada a ritmo felino.

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