Miércoles 10 de diciembre de 2025

Toluca irrumpió en la Liguilla con el respaldo de ser el mejor equipo del torneo. Su Fase Regular fue contundente: líder con 37 puntos, once victorias, apenas dos derrotas —ante Tigres y Cruz Azul— y un fútbol ofensivo que convirtió al tridente Vega-Paulinho-Angulo en uno de los más temibles del país.

Sin embargo, esa versión avasalladora del equipo de Antonio Mohamed no se presentó con la misma plenitud en la Fiesta Grande. Entre lesiones, ajustes y partidos mucho más apretados, la cara del líder comenzó a verse distinta.

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En Cuartos de Final la travesía inició con un apretado triunfo 2-1 ante Juárez, un rival que, en el papel, estaba lejos de exigir demasiado. Pero la Vuelta en el Nemesio Díez dejó la primera alerta, pues lejos de la intensidad y dinamismo que lo caracterizó durante la Fase Regular, Toluca ofreció un partido gris, de poco ritmo y sin capacidad para imponer condiciones. El 0-0 clasificaba, sí, pero también sembraba dudas sobre la solidez del momento del equipo.

Ya en Semifinales, los Diablos vivieron realmente lo que significa jugar Liguilla. La derrota 1-0 en Monterrey ante Rayados obligó al cuadro a mostrarse diferente en la Vuelta. Y lo hizo: cambió el orden calculado por un ataque feroz, consciente de que el margen de error ya era mínimo.

Con goles de Federico Pereira, Paulinho y Helinho, Toluca remontó y se encendió, pero también dejó ver grietas cuando Rayados respondió con tantos de Sergio Ramos y Roberto de la Rosa. Aquella sensación de ser asfixiado sobre el final contrastaba con el control competitivo que presumió todo el semestre.

Parte del cambio es explicable: Toluca perdió dos piezas decisivas al iniciar la Liguilla. Sin Bruno Méndez en el eje defensivo, la zaga se volvió más frágil en duelos directos. Y sin Alexis Vega, el vínculo creativo-ofensivo se rompió. La baja del atacante —primero por un desgarro y luego por una ruptura de fibrosis— no solo eliminó una amenaza de frente a portería, sino que mermó el desequilibrio del tridente que tantas veces marcó la diferencia. Fue entonces cuando el equipo debió reconstruirse sobre la marcha.

Y la reinvención llegó desde otras figuras. Paulinho, Tricampeón de goleo, sostuvo al equipo desde la contundencia; Helinho encontró su mejor versión justo en el momento límite; y elementos como Jesús Angulo, Jesús Gallardo y Nicolás Castro subieron escalones en protagonismo para no dejar caer la estructura.

Así, aunque Toluca no es el mismo líder dominador que en la Fase Regular, sí demostró ser un cuadro con capacidad de adaptación, resiliencia y carácter. La pregunta ahora es si esa versión más sufrida, menos brillante pero combativa, será suficiente para intentar coronar un torneo que comenzó perfecto y que podría terminar siendo inolvidable.