Viernes 26 de diciembre de 2025

El 2025 fue un año especial para la Liga MX Femenil. No solo por lo que ocurrió en la cancha, sino por lo que representó fuera de ella: exportación de figuras, reconocimiento internacional, mayor visibilidad y la consolidación de una competencia continental que obligó a los clubes mexicanos a medirse —sin complejos— frente a las potencias de la región. 

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DIVERSIFICACIÓN Y HEGEMONÍA

El primer semestre dejó una escena inédita. Pachuca Femenil abrió el año levantando el Clausura 2025, al imponerse al América y conseguir el primer título de su historia. Las Tuzas —un proyecto constante desde el nacimiento de la liga— finalmente encontraron la recompensa a años de trabajo, rompiendo una barrera que parecía infranqueable. El campeonato no solo fue un logro deportivo, sino un mensaje claro: la Liga MX Femenil comenzaba a diversificar a sus protagonistas.

Mientras Pachuca celebraba, Rayadas empezó a mostrar señales de desgaste. El conjunto regiomontano, uno de los más dominantes en la historia reciente, tuvo un año para el olvido. Los malos resultados se acumularon tanto en la Liga MX Femenil como en el escenario internacional, evidenciando una caída que contrastó con la solidez mostrada en ciclos anteriores.

El segundo semestre devolvió el foco a las históricas. En el Apertura 2025, Tigres Femenil volvió a imponer su jerarquía y se coronó tras vencer nuevamente al América. Las Águilas, protagonistas constantes durante el año, pagaron caro un torneo marcado por las lesiones y la falta de continuidad, aunque su presencia recurrente en Finales confirmó la fortaleza de su proyecto. Tigres, una vez más, cerró el semestre como el estándar competitivo de la liga.

EVOLUCIÓN E INTERNACIONALIZACIÓN

Ese mismo Apertura marcó también un cambio estructural relevante: la Liga MX Femenil aumentó la cuota de jugadoras extranjeras permitidas por equipo, pasando a siete, una medida pensada para elevar el nivel competitivo, atraer talento internacional y enriquecer el desarrollo futbolístico del torneo, sobre todo, de cara a un Mundial. La decisión abrió un nuevo debate sobre cómo equilibrar la llegada de foráneas con el impulso al talento nacional, en una liga que ya comenzó a exportar a sus propias figuras.

El torneo también dejó espacio para historias de crecimiento. Cruz Azul Femenil alcanzó por primera vez en su historia las semifinales, un logro que simboliza la evolución de proyectos que durante años estuvieron alejados de los primeros planos. 

Chivas, por su parte, rompió una larga racha sin vencer al América en fase regular, un triunfo con carga simbólica que, sin embargo, no se tradujo en Liguilla: el propio América volvió a eliminar al Rebaño cuando el margen de error desapareció.

Paralelo a la competencia local, el 2025 estuvo marcado por el impacto internacional de la Concacaf Champions Cup W, torneo que celebró su primera edición completa y comenzó a escribir una nueva narrativa para el futbol femenil de clubes en la región.

En esa primera edición, la participación mexicana dejó lecturas contrastantes. Rayadas quedó eliminado en Fase de Grupos, confirmando un semestre negativo a nivel internacional. 

En contraste, América y Tigres sí lograron avanzar al Final Four, por lo que a mediados de 2025 disputaron sus respectivos compromisos. Ahí, la diferencia fue clara: América no logró sostenerse en la fase definitiva, perdió todos sus encuentros y terminó en el cuarto lugar, mientras que Tigres volvió a colocarse como referente continental al avanzar hasta la Final, quedando cerca de levantar el primer título del torneo.

La segunda edición de la Concacaf W Champions Cup trajo un nuevo escenario. Tigres no participó, abriendo espacio para otros representantes mexicanos. Rayadas volvió a decepcionar, sin lograr trascender nuevamente, mientras que América y Pachuca sí consiguieron avanzar, consolidando su presencia internacional.

Gracias a ello, ambos clubes disputarán el Final Four en 2026, con un premio mayor en juego: un boleto al primer Mundial de Clubes Femenil, el nuevo objetivo que redefine las aspiraciones continentales.

CALIDAD DE EXPORTACIÓN

En medio de ese crecimiento competitivo, la Liga MX Femenil vivió uno de sus momentos más simbólicos: la exportación de sus máximas figuras. Rebeca Bernal y Lizbeth Ovalle dieron el salto al extranjero, confirmando que el talento formado en México ya es atractivo y valorado fuera del país. El caso de Ovalle fue particularmente significativo: su reconocimiento individual a nivel internacional colocó a la liga en el radar global y validó el nivel técnico que se alcanzó.

A la par, la difusión y visualización de los partidos siguió creciendo. Más transmisiones, mayor cobertura y un público cada vez más involucrado acompañaron un producto que ya no se percibe como emergente, sino como una competencia consolidada que exige resultados.

Entonces surge la pregunta inevitable: ¿la Liga MX Femenil alcanzó su máximo nivel? El 2025 sugiere que se alcanzó el punto más alto hasta ahora, pero no el techo definitivo. La liga compite, exporta talento y es reconocida, pero aún tiene tareas pendientes: mayor paridad interna, procesos formativos más sólidos y, sobre todo, conquistar un título internacional que termine de confirmar su crecimiento.

El balance final es claro. El 2025 no fue un año perfecto, pero sí fue un año clave. La Liga MX Femenil ya no promete: responde. Y el siguiente paso ya está marcado en el horizonte continental.