Sábado 25 de junio de 2022

El último baile de Nico Sánchez se dio en el BBVA. El ex capitán del Monterrey, defensa histórico albiazul, jugó sus últimos minutos enfundado en la jersey de Rayados como jugador, cerró un ciclo y dio paso a una nueva etapa como entrenador de Raya2 Expansión. El histórico se retiró de las canchas, fue homenajeado y recibió el cariño de su hinchada. Noche especial.

Desde hace días se preparó y este sábado, Nico jugó sus últimos 10 minutos como profesional en el amistoso donde Rayados enfrentó a América de Cali en el BBVA. El histórico central albiazul entró al campo al minuto 35 de acción en lugar de Sebastián Vegas y de inmediato pidió el balón, se posicionó en su zona y comenzó a poner orden.

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Como en los viejos tiempos, recién pisó el césped del Gigante y tocó sus primeros balones, el primero hacia atrás con Esteban Andrada y después al frente con Celso Ortiz. Cada saque de meta se colocó a la izquierda del Saban y pidió la bola para salir jugando.

Al 40’ dejó atrás los años, la inactividad y se animó a ir al frente, fue a rematar en un tiro de esquina, hizo el recorrido hacia adelante después de una finta ante el cobro de Maxi Meza, saltó, pero no llegó a la cita con el balón. Lo intentó.

Al final del primer tiempo, Nico recibió un reconocimiento por su trayectoria futbolística por parte de Pedro Esquivel, vicepresidente ejecutivo de Rayados, además de José González Ornelas, presidente del Consejo de Administración del club. Al final, agradeció a la afición por el cariño.

"Eso es un sentimiento recíproco. Me dieron más de lo que hubiera imaginado para mí y mi familia. Mi esposa, mis niños, el que está por venir. Un próximo rayado, regio. Estoy que desbordo de alegría. Mi estadía aquí en México, Monterrey, fue de pura alegría", dijo.

Nico no se va de Monterrey, desde hace semanas entrena a Raya2 Expansión y el miércoles en el BBVA debutará ante Morelia como entrenador del equipo albiazul a las 21:05 horas. Terminó su carrera de jugador, pero inicia la de DT. Una nueva ilusión.

Fotografía: Gilberto Galván