JUEVES 25 ABRIL, 2024

Dos modelos en crisis

Lunes 17 de febrero de 2020

Si hay algo que une hoy a Tigres y Rayados en este improductivo y nuboso comienzo de torneo, es el desvanecimiento de una idea por la crítica fuga de nivel de ejecución.

Situación que tanto Ferretti como Mohamed no logran revertir porque también ellos están ciclados detrás de un propósito que antes les resultaba por calidad colectiva, pero que ante la adversidad no proponen cambios que ayuden a atenuar la debacle.

En todo caso, los dos entrenadores eligen morir con la suya frente a la descomposición del cadáver. Están tan convencidos de jugadores que pueden dar que no ven cómo esas mismas individualidades son más un estorbo que una solución en tiempos de crisis.

Los vaivenes de Tigres, cada vez más profundos, son propios de un estilo en decadencia con ejecutores a los que se les ve cansados de hacer siempre lo mismo con lo mismo.

Una rutina que, con el tiempo, ha perdido estabilidad y efectividad, pero que Ferretti se aferra a sacarle más jugo con futbolistas a los que el modelo les secuestró la inspiración. La jerarquización del entrenador ha sido su propia trampa que ha taponeado la renovación.

Tigres no juega al futbol. Su automatización sigue ligada a esos fugases destellos que aún puede conservar Gignac, por ejemplo, el faro más emblemático del equipo y el único que puede quebrar un partido

Gignac es un oasis entre tanta malaria. Detrás de él, Tigres no tiene otras opciones de gol en concreto. Pero esto no es tanto el problema como sí lo es la falta de generación de juego, un déficit que hoy ya alcanzó a su principal recurso: las bandas.

Tigres está atorado en sus redes de la displicencia desde hace mucho tiempo. El detalle es que no se resigna. Un modelo avejentado y arrugado tiene consecuencias muy directas en la ejecución. Lo que no se entiende es la insistencia de Ferretti de querer hacer más con un capital futbolístico en desuso.

Lo de Rayados es más crítico porque la curva negativa del estilo llegó muy rápido.

Un síntoma es que Mohamed ya ha comenzado a improvisar sobre la marcha, como ha ocurrido en el juego contra Juárez donde cambios pocos productivos y enroques posicionales destartalaron más lo ya destartalado. Digamos, la desesperación habla del momento.

Rayados, o va hacia arriba o defiende muy abajo sin punto medio. Y en los dos escenarios presenta dificultades. Como no tiene la pelota ni se defiende con ella, asume riesgos que lo ponen, principalmente, al borde de la derrota como primera opción.

Esto porque antes un mayor compromiso y nivel ofensivo le tapaba esos nubarrones defensivos. Hoy Rayados ha quedado roto en los dos frentes y sus miserias se exponen a cielo abierto.

Sin juego, depende de arrebatos. A Mohamed ya lo inquieta la falta de recursos genuinos para regresarle al equipo explosión, su principal canal de contagio. Esto, sumado a la pérdida de confianza colectiva, acentúa una debilidad estructural sin retorno hacia lo que alguna vez fue.


Twitter: @Mario_Sanchez1

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