Viernes 19 de marzo de 2021
Tigres no camina, ni siquiera gatea ya. Volvió a quedar en deuda, con su gente y con su juego. Ni los referentes salvan la ropa y el equipo está atrapado en un laberinto sin salida, en el cual el guía no acepta que su pelotón está perdido.
No sé si esto haga peligrar su continuidad, pero, no tengo dudas, que mueve un poco el piso de tranquilidad en el que se maneja Ricardo Ferretti en la institución. Hablaría mal de Alejandro Rodríguez y compañía, hacer como si no pasara nada.
Hace un par de años que Tigres transita este tipo de baches en cada uno de los torneos. Siempre se daba al principio, con el equipo volviendo de las vacaciones. Cuando agarraba vuelo, terminaba en Liguilla, jugando Finales o siendo campeón.
¿Qué pasó? Esos baches se hicieron cada vez más continuos. Ya no se tratan de pobres arranques, se convirtió en un problema más profundo. Hay futbolistas que saben que no importa que tan mal jueguen, el siguiente partido seguirán manteniendo su puesto.
La jerarquía, a Tigres le dio muchas alegrías, pero también impuso un régimen que obligó a muchos jugadores talentosos a buscar nuevos rumbos, por el simple hecho de no tener un lugar o no ser compatible con el estilo del entrenador. Leo Fernández es otra víctima del régimen y las jerarquías de las que les hablo.
Durante mucho tiempo, el equipo podía andar mal, pero en el banco contaba con nombres pesados. Sueldos caros, que convertían a Tigres en el equipo mejor pagado de la Liga, pero que respondían con goles o terminaban salvando la ropa del entrenador. Ahora, ni eso.
Y el mayor problema es que Ferretti sigue viendo un mundo de colores cuando todo se pone cada vez más negro. Puede decir lo que quiera, pero el margen del discurso automático se achica. La gente pide explicaciones, y llegará un momento en el que el DT tendrá que darlas.
Pregunto cuál es el límite porque nadie se lo imagina. ¿Un Tigres fuera del Repechaje? Estaría a la par del descenso, en un torneo que clasifican 12 y sólo 6 equipos se van de vacaciones de manera temprana. El Tuca necesita, como nunca antes en la década, meter un golpe de timón, antes de que Tigres lo haga.