MIÉRCOLES 24 ABRIL, 2024

Las transiciones, momentos clave

Domingo 10 de enero de 2021

Dentro del análisis de los partidos es indispensable observar todos los factores clave, ya sea de nuestro equipo o del rival. En la entrega anterior les hablé de la organización ofensiva del juego, hoy me enfocaré a las transiciones: defensiva y ofensiva.

La transición defensiva es un momento dinámico del juego que se activa con la pérdida del balón y donde el equipo procura evitar que el rival explote el eventual desequilibrio defensivo.

Es importante distinguir la fase del parado en ataque del equipo, primero, el cambio de actitud, y segundo, ligarlo con la organización defensiva.

Cuando hablamos del parado en ataque, hablamos del posicionamiento de las diferentes líneas de cobertura. El cambio de actitud varía de más agresivo o más pasivo, atendiendo a su velocidad o rapidez de cerrar el centro del juego y las líneas de pase, ya sea individual, sectorial o colectivamente.

Así, en un primer momento podemos identificar un cambio de actitud para recuperar el balón, retardar la salida del rival o bajar el bloque y compactar. Aquí, necesitamos también identificar cómo lo hacen por líneas, la zona hacia donde orientan la salida del balón, igual que la velocidad de reposicionamiento de las líneas. Si lo hacen con o sin presión sobre el balón.

El segundo momento se refiere a la capacidad de conquista de segundas jugadas, resultantes en una segunda y peligrosa oleada de ataque.

Antes de que el equipo se organice defensivamente, debemos analizar la capacidad que tiene para conectarse entre líneas, o sea, de reorganizar el bloque, mirando al mismo tiempo las principales dificultades que existen para recuperar el balón y los principales espacios explotados por los rivales, dependiendo de la calidad del rival, de la actitud defensiva de los jugadores y su dinámica de posición y coordinación a lo largo de este momento.

Por su parte, la transición ofensiva se refiere al momento después de que el equipo recupera el balón y procura sacar ventaja de la defensa rival.

Si el adversario está desequilibrado, el traslado debe ser rápido y agresivo buscando la profundidad. Si el rival está equilibrado, se busca más la seguridad y la posesión. En ambos casos, se evalúa la capacidad del equipo para detectar esos momentos.

Además, en el análisis, buscamos identificar a los jugadores de división (estaciones de pase), si buscan amplitud y/o la profundidad y cuáles son los espacios privilegiados de progresión.

Luego debemos percibir cómo retiran el balón de la zona de presión (o de mayor concentración) y la tipología del pase (horizontal y vertical). Es importante detectar si existen perdidas, en qué zona y qué jugadores. Si se “queman” estaciones de pase o si la opción de salida es más sobre el lado abierto o cerrado.

En cuanto a la conexión con el momento siguiente, verificamos cómo se procesa la llegada de la segunda oleada, vemos si la acción es hasta la finalización, o si se retarda la acción ofensiva para compactación (subida y apoyo de todo el bloque).

Por último tenemos que tener muy en cuenta otros conceptos importantes, como el tema de los balones parados. ¿Cuántos partidos no se ganan a balones parados? Para nosotros, los entrenadores, esta estrategia representa siempre un dolor de cabeza. Requiere un constante perfeccionamiento. pero de esto les platicaré en la próxima entrega.

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