Domingo 21 de febrero de 2021
El problema de Rayados es de jugadores: el equipo no parece tenerlos para lo que demanda la particular idea de Aguirre. Tampoco hay figuras que ofrezcan un plus porque el plan del DT, ese que exige sacrificio a cambio de orden y seguridad táctica, niveló todo.
Rayados tiene futbolistas de diversos perfiles y hasta de buen pie, pero ninguno llegó al club con la venia de Aguirre. Ya estaban y este detalle no es menor para definir los rasgos de un "nuevo" equipo.
Los jugadores de Rayados traen, en su mayoría, el estilo de Mohamed incorporado y les cuesta modificar ciertos hábitos futbolísticos a los que no estaban acostumbrados. Se pueden adaptar, sí, pero a cambio de resignar virtudes. En el nuevo orden, muy pocos están cómodos y los que están, la mayoría son de corte defensivo.
El empate frente a Necaxa exhibió algo de todo esto. Un Rayados resentido de mitad hacia arriba, mucha indecisión y pocas certezas. Aguirre cambió todo el mediocampo de un jalón en pleno partido, algo pocas veces visto y que, si acaso, se hace en un entrenamiento.
Esa temperamental maniobra de Aguirre en la zona más valiosa que tiene todo equipo fue un mensaje de inestabilidad, más allá de los propósitos que buscó el entrenador.
Si quiso probar a Ortiz y a Jonathan González, con el apoyo de Layún, como ejes, 57 minutos fueron insuficientes: para él y para los volantes. Imposible sacar conclusiones y, más imposible aún, lograr asentar una región donde ahora, con el nuevo modelo, todos son obreros de la marca y no existe la generación.
Aguirre, quien también dejó a cuatro defensas para cuidar a un solo punta del rival, no halla el equipo justo porque, al priorizar tanto la seguridad -donde todos presionan y meten- recorta la ambición.
Rayados se agrupa bien, pero ya no piensa tanto en cómo progresar. A Stefan y a Gallardo, por ejemplo, hace mucho que no se los ve en la profundidad del ataque. Aguirre les quitó proyección para que se dediquen a otros asuntos.
Rayados, con los actuales jugadores, definitivamente tiene molde para un juego más directo y frontal que para uno más rocoso, generoso en la destrucción y de transiciones escalonadas como lo hace jugar Aguirre.
Echarle siempre la culpa a la pelota que no entra es una manera de eclipsar las formas y el fondo de un equipo plagado de futbolistas caros para un futbol de bajo costo.
Para lo que quiere Aguirre no se necesitan figuras, sino jugadores más austeros especializados en un trabajo táctico de mucha entrega física y donde atacar sea consecuencia de un todo.
En los últimos seis años, Rayados trajo tres técnicos para un mismo grupo de futbolistas. Es decir, al no haber una identidad definida como equipo, se compraron jugadores sueltos para que alguien los echara a andar.
En gran porcentaje, todos son del gusto de Mohamed, adoctrinados para jugar largo y rápido. Alonso los aprovechó un poco, pero Aguirre los puso a trabajar en un taller y les multiplicó el esfuerzo. Los hizo comunes y eso es lo que se ve: un Rayados plano, sin luz propia.