VIERNES 19 ABRIL, 2024

Flo, un fracaso más

Lunes 23 de enero de 2023

Florian Thauvin se fue de Tigres sin pena ni gloria. No había que deducir tanto para concluir que el francés era el indicado para abrirle el espacio a Nicolás Ibáñez, el argentino por el cual el club apostó en su reemplazo.

Thauvin, otro de los tantos franceses que llegaron a Tigres bajo la venia de Gignac, nunca logró consolidarse, al igual que Andy Delort o Timothée Kolodziejczak, con la diferencia de que estos, de perdido, sí fueron campeones. Florian, uno de los jugadores mejores pagados de la Liga, ni siquiera desquitó los vuelos.

En más de un año y medio, Thauvin no pudo demostrar que lo que invirtieron en él estaba a la altura de su talento. Cuando falló en las dominadas en su mediática presentación "a la europea" en el Universitario, fue un preludio de lo que sería después: técnicamente un jugador del montón.

Le costó adaptarse, algo que puede ser lógico para cualquier extranjero, y no pudo con la presión. El problema es que se va sin haberse adaptado y con más presión que antes.

Thauvin fue intermitente, se lesionó bastante y nunca dio la sensación de ser un refuerzo. Apenas alcanzó el estatus de incorporación.

Sin embargo, Tigres vendió muy bien el producto Thauvin. El rótulo de campeón del mundo con Francia fue suficiente para alborotar a los aficionados. La llegada del francés al aeropuerto local fue un verdadero caos. Una locura. Como si en Florian se encarnara el "nuevo" Gignac.

De hecho, algo de ese humo hubo: lo querían como sucesor de su compatriota, pero en la práctica le dio solo para ser suplente del Diente López y competir con este y otros más.

Excepto Gignac, un monstruo y uno de los mayores aciertos que ha tenido Tigres en cuanto a contrataciones, es difícil encontrar otro jugador europeo que la haya roto en México.

Quizás, en Tigres creyeron que todos los franceses eran como Gignac o les vieron la cara. Ninguno resultó. Se pudieron haber equivocado en una, sí, pero no en tres contrataciones. Algo falló. Probablemente, existieron más corazonadas que certezas. Como que a Thauvin y compañía los trajeron para ver qué pasaba, y para efectos competitivos, fueron un fiasco.

Pero al final del día estuvo bueno el circo. Con Thauvin y los demás se le dio un gustito al aficionado, se vendieron un poco más de abonos, más camisetas y entraron algunas marcas publicitarias, pero hasta que el abucheo llegó.

Quizás traer a los posibles "nuevos" Gignac desde Francia fue, en su momento, un negocio para los intereses del club. O mirado desde otro ángulo, lujos innecesarios para un fracaso más.

    

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